La formación continua como elemento fundamental para la estabilidad en el empleo y la cohesión social así como para el desarrollo y supervivencia de las empresas y su capital humano.
La formación profesional para el empleo dirigida prioritariamente a personas trabajadoras ocupadas es un instrumento esencial para garantizar la formación a lo largo de la vida, la adaptación de las personas trabajadoras y de las empresas a la nueva sociedad basada en el conocimiento y el mantenimiento de la capacitación profesional de las personas trabajadoras en supuestos cambios y mutaciones de los procesos productivos.
Además de proporcionar a las personas trabajadoras la cualificación que puedan necesitar a lo largo de su vida laboral, la formación constituye un valor estratégico prioritario en los procesos de cambio tecnológico, económico y social y es, por ello, un instrumento esencial para la estabilidad en el empleo y la cohesión social.
Hasta hace unos años, los problemas de Recursos Humanos en la empresa eran generalmente considerados como menores, y quedaban patentes en la improvisación que existía en el área de la gestión de Recursos Humanos. Era muy difícil encontrar en la planificación estratégica de una empresa, referencias al impacto que esta planificación podría tener en el ámbito de los recursos humanos.
Actualmente las empresas hablan del colectivo humano como de su activo más importante y de que la consecución de sus metas pasa por el aprovechamiento y optimización de estos recursos.
La formación es un proceso complejo donde intervienen multitud de variables que no pueden ser controladas en su totalidad. Los seres humanos no son máquinas que responden siempre igual frente a las mismas situaciones. Los aspectos relacionales tienen un peso importante, y éstos tampoco son estáticos ni fácilmente predecibles. Por eso decimos que, al igual que ocurre con otras disciplinas, la formación eficaz es una combinación afortunada entre ciencia, arte y oportunidad.
Los elementos fundamentales del proceso formativo son una combinación del binomio enseñanza-aprendizaje:
FORMAR
APRENDER
La formación, en estos momentos, está reconocida y aceptada en medida y extensión crecientes como una de las funciones y ámbitos de actuación más importantes, desde el punto de vista estratégico, para impulsar e instrumentar los procesos de cambio y adaptación de las empresas a las circunstancias u requerimientos del entorno económico y social.
Actualmente, se puede hablar de formación desde una triple perspectiva: formal, informal y no formal. La formación formal se caracterizaría por ser institucional, cronológicamente graduada y jerárquicamente estructurada. La informal permanece durante toda la vida, se adquieren y acumulan conocimientos mediante las experiencias diarias y cotidianas. Por último, la no formal, que es organizada y sistemática, implementada fuera del marco del sistema oficial, facilita determinados aprendizajes a subgrupos particulares de personas.
En definitiva, la formación continua es un elemento fundamental para el desarrollo y supervivencia de las empresas y su capital humano ante el entorno cambiante en el que se mueven. La formación continua se plantea como la vía para adaptarse a estos cambios y readaptar los conocimientos y habilidades del capital humano a las necesidades emergentes.
Los beneficios de la formación continua son evidentes: por una parte, la empresa puede responder de manera eficaz y efectiva a las necesidades y cambios del mercado, y es, en definitiva, más competitiva al contar con un capital humano actualizado. Por otro lado, la formación continua refuerza en los trabajadores su motivación, su integración en la empresa o la asunción de los valores al ver que la empresa los valora e invierte en su desarrollo.
Con el fin de obtener programas de formación eficaces es necesario que la empresa siga un procedimiento integrado por tres fases fundamentales:
- Detección y análisis de las necesidades de formación: Es el primer paso en el proceso de formación, detectar las necesidades formativas contribuye a que la empresa no corra el riesgo de equivocarse al ofrecer una formación inadecuada, lo cual conllevaría gastos innecesarios.
- Identificación de los recursos necesarios: Los Recursos que requiere la formación son de suma importancia ya que sin los mismos no puede ejecutarse los planes formativos. Hablamos de la asignación presupuestaria, los materiales necesarios, la infraestructura, etc.
- Ejecución de programas de formación: En esta fase se debe concretar el nombre de la acción formativa, objetivos generales y específicos, contenidos, metodología, duración, participantes, lugar, horario, docente, modalidad (presencial, teleformación o mixta), coste y evaluación de la formación, así como los participantes que asistirían a la misma adecuando a su perfil el curso impartido.
Gracias a una formación de calidad se consigue una mejora de las competencias del puesto de trabajo, indispensables para fortalecer la situación competitiva de las empresas y su personal.
Por ello debemos plantearnos, empresa y trabajadores, si realmente queremos mejorar la calidad de nuestras empresas y adaptarnos a este tiempo o anquilosarnos y depender de un conocimiento limitado que va a impedirnos evolucionar tanto profesional como personalmente.
Se puede decir que gracias a la formación, lo que en un principio podría parecer una “pérdida de tiempo” se transforma en una mayor rentabilidad económica y en un aumento de la eficacia en el trabajo realizado.
Está en nuestra mano mejorar la calidad de nuestras empresas, ser conscientes de la importancia de la Formación Continua y llevarlo a la práctica para comprobar sus notables y múltiples beneficios.